La Sangre

(Juan 3:16-18)

16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

Dios nos ha dado un regalo interminable, que es la vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor y salvador. Muchas veces damos por sentado el regalo de la vida y el dador. Nos olvidamos del poder de la sangre. Sin el derramamiento de la sangre del rescate no habría sido pagado, Jesús pagó el rescate (1 Ti 2:5-6) la sangre de Jesús selló el pacto para que hoy fuéramos libres (Juan 8:36). La sangre de Jesús fue el sello que necesitábamos para ser liberados de la prisión del pecado y el sufrimiento, la prisión de ataduras, maldiciones, los disturbios y todos los dolores y aflicciones del diablo.

La Biblia habla de la importancia de la sangre, como un marcador. Cuando Dios traía su ira sobre la casa de Egipto dijo a la gente de Israel que sacrificara los corderos y marcaran sus puertas con la sangre. La sangre significa identidad, separó las casas del pueblo de Dios de los egipcios (Éxodo 12, lee todo el capítulo). Como pueblo de Dios tenemos que reconocer el poder de la sangre del Cordero. A través de las marcas en los lindeles de las puertas, los hijos de Israel estaban protegidos. La sangre de Jesús limpia todos los pecados, la Biblia lo llama el Cordero de Dios. En el capítulo 3 Levítico, la Biblia nos dice que el cordero solía ser utilizado como un sacrificio para comunión, para arreglar las cosas entre el hombre y Dios después de pecar, su sangre era rociada sobre el altar y su grasa quemada. El pecado de uno es limpiado y permanecemos siendo más blancos que la nieve, puro.

La Biblia continua hablándonos sobre la vida que la sangre tiene. Dice que la sangre habla mejor que la sangre de Abel (Heb 12:24). La sangre de Jesús tiene la vida. Trajo la vida a nosotros que estábamos muertos en pecado y cuando él murió y resucitó y dió vida eternamente a todos y cada uno de los que creían, creen, y que han de creer en el Hijo de Dios (Juan 3:16). El hombre espiritual vive a causa de la efusión de la sangre del cordero. Esta sangre lava todos nuestros pecados, somos purificados y hechos maravillosos y hermosos por el poder en la sangre.

Demos gracias al Señor Jesús que hoy tu y yo no tenemos que seguir con la masacre vacas, cabras y hasta matarnos ente nosotros mismos. Hoy podemos estar seguros de que somos de Dios, porque tenemos la marca de la sangre de Jesús, la sangre del Cordero de Dios. La sangre de Jesús tiene el poder de llegar hasta los extremos confines de la tierra, alcanza al hombre que vive en la montaña lejana, a la joven que es encerrada en la prisión de máxima seguridad, a los mutilados y que cree que no caminara jamás y se esconde, La sangre los toca y ellos serán cambiados para siempre.

Nos toca a ti y a mí, ahora que estamos conscientes del poder de la sangre, el levantarnos, orar y atender el llamado del Cordero de Dios para alcanzar alguien a través de Su sangre derramada, para dar la vida al que estaba perdido para volver a ser ganado, para dar a alguien la salvación por su sangre que no ha conocido, para dar la salvación que ya le pertenece a él y es un regalo seguro. Apocalipsis (7:10).

Al meditar en la palabra que nos damos cuenta de que la sangre de Jesús, el Cordero de Dios:

• Dio y sigue dando vida

• Trae la libertad

• Da paz

• Nos asegura de la protección

• Nos da una identidad

• Nos da poder

• Nos da favor

Y la lista es interminable, todo para la gloria a Dios a través de Jesús, porque hoy estamos vivos y nos llamó a un sacerdocio real, nos hizo pueblo suyo, nos hizo una generación escogida por la sangre que fue derramada en el Calvario.

Sean bendecidos y seguimos de pie, permanezcamos para siempre en la fe ....